La espera no duró y antes de que desesperaras, ahí tenías tu respuesta. En un día lleno de sol, que no combinaba para nada con tu tristeza, te encontraste preguntándote en qué momento pasó todo esto. Por dentro, tus sentimientos se preparan para hacer la revolución. Sentís cómo marchan del estómago al pecho levantando sus banderas, gritando "acá estamos", pero los acallás con la aplanadora de la razón. Recurrís el control mental e iniciás la represión para impedir que avancen y se escapen como lágrimas por tus ojos. Es que no sabés los desbordes que pueden causar si los dejás salir. De todas formas, aunque quieras evadirte, las repercusiones son inevitables. Te duele el cuerpo, sentís las piernas cansadas, no podés levantar los brazos. Tenés sueño pero no dormis y la ausencia se convierte en suspiros, uno atrás del otro. Es ahí cuando caes en la cuenta de que, por mucho que lo intentes, es inútil oponer resistencia. Lo mejor es dejarlos salir, liberar el dolor.Después de todo, una vez desatada la crisis, se puede evitar la revolución?
Marxismo sentimental!
ResponderEliminarclaramente! ahora es cuestión de que recomience el proceso dialéctico!
ResponderEliminarO la coptación por parte de la burguesía!!
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